1.07.2015
Me seco por fuera, inmóvil. Hilitos de algo se desprenden y me siento cada vez más minúscula, perdida entre las sábanas, de la cama un mundo. Soberana de un pedazo de polvo, estéril como mis manos.
Un dolor como de hormigas comiéndome los ojos desde adentroatrás, y eso y cada vez más tarde y ya apenas distingo dónde acabo yo y empieza la noche, pero encontré bichitos muertoscaídos al lado de la lámpara y los miré y me sonrieron, burlescos (y las caracolas que no me contaron ningún secreto; venían sin mar pero con un muerto)
Soñé que me ahogaba porque lloraste por mi, desperté con sol en la cara y unas cosquillas. Algo así como unas chispitas me queman las pestañas y abrir los ojos es comenzar de nuevo. Reconocer y colonizar. Madera, algodón, cal, todo cuesta y surge desde el fondo de la garganta como si nunca hubiera escuchado mi voz.
¿Cómo es que ésto soy yo? Ruido y movimientos, nada más.
Un cascarón tan vacío como tú.
Ugh.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Del vacío puede nacer todo, es como una noche plagada de estrellas invisibles.
ResponderEliminar